Vancouver y otras ciudades canadienses están recibiendo una segunda generación de hongkoneses que dejan su tierra natal para refugiarse de la incertidumbre política. La diferencia con respecto a cuando sus padres llegaron en los años 80 y 90 es que este grupo está haciendo de su traslado algo permanente. Las ciudades canadienses son imanes para las personas que quieren salir de China y su creciente control sobre el territorio. Más de 300.000 han obtenido la ciudadanía canadiense desde que las familias se trasladaran en 1997. Durante esa oleada, muchas familias se separaron y algunos padres se quedaron trabajando en Hong Kong. La mayoría regresó a China, atraídos por la floreciente economía y el entorno relativamente libre.
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Los ciudadanos de Hong Kong vuelven a hacer las maletas para trasladarse a la libertad. Las recientes protestas prodemocráticas fueron sofocadas y Pekín está recuperando el control con una ley de seguridad nacional. El sistema de inmigración liberal de Canadá permitió a más de 335.000 inmigrantes de Hong Kong trasladarse entre 1984 y 1997. En esta ocasión, Gran Bretaña ofrecerá visas a más de 300.000 personas, y el flujo hacia Canadá también será significativo. Las nuevas solicitudes de visa de hongkoneses se incrementaron en más del 20% en 2020, según la agencia de inmigración canadiense. Según un profesor de la Universidad de Columbia Británica, los que retornan a Canadá dejan trabajos mejor pagados, pero dan prioridad a la educación de sus hijos en Canadá sobre el dinero.
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